La niña Mari Luz, de cinco años de edad, fue hallada muerta, tras 54 días desaparecida, en el interior de un pozo en Huelva, ciudad donde vive la familia. La investigación del caso condujo a la detención de Santiago del Valle, pederasta condenado antes del 'caso Mari Luz' y que por un terrible error judicial nunca ingresó en prisión. Los medios de comunicación se lanzaron sobre la historia al percatarse que tenían imágenes y declaraciones del responsable de la muerte de Mari Luz - el horror de su crimen me impide guardar la necesaria correción política para añadirle el obligatorio adjetivo de 'presunto'-. La escena de del Valle, con su esposa, a las puertas de un juzgado fue repetida hasta la saciedad por todas las televisiones.
Hoy por hoy, los medios recogen, sorprendidos, que el pueblo de Huelva, indignado, ha intentado linchar a uno de los hermanos del asesino de la pequeña. Mi reflexión es la siguiente: ¿qué esperaban, manzanas? Lamento recurrir al refranero popular -un recurso demasiado tópico-pero quien siembra vientos, recoge tempestades y me atrevo a pronosticar que la historia tendrá su punto y final cuando alguno de los familiares de del Valle sea asesinado por alguno de sus vecinos. Cuando llegue este momento, ojalá me equivoque, los medios rellenarán páginas y más páginas de información, horas y más horas de absurdos debates con los mismos absurdos expertos, asegurando que nadie tiene el derecho a tomarse la justicia por su cuenta. Y tendrán razón, pero una vez más eludirán su gran responsabilidad y la pregunta que deberían hacerse: ¿era necesario mostrar a Santiago del Valle?, ¿a nivel informativo, aportaba algo ver la cara de un pederasta condenado? Mi respuesta es un rotundo 'NO' y que si se eligió hacerlo fue porque se disponían de las imágenes, porque se podía, porque se consideró que así aumentarían las ventas/audiencia, eludiendo cualquier tipo de responsabilidad ética o moral que pueda llegar a tener el ejercicio del periodismo. Mal, muy mal y peor aún ver que actúan así profesionales tan prestigiosos como Pedro Piqueras. Los buenos, los mejores, siempre tienen la responsabilidad de dar ejemplo y no pueden escudarse tras una presunta decisión empresarial.
PD Ilustro el post con la imagen de Juan José Cortés, el padre de la pequeña Mari Luz, y su esposa. Su rectitud, llamando a la calma ante los ánimos encrespados de sus vecinos, es digna de aplauso y debería servir de ejemplo. Joan José Cortés, un héroe en contra de su voluntad.
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